lunes, 16 de abril de 2007

Manuel Castells

Publicado por MijaroSofthttp ( Peru) ://www.viadescape.com/laignoranciamata/2005/11/eres-tu-un-autista-digital-manuel

Artículo publicado para La Vanguardia (España), llamado Autocomunicación de masas, en el que nos hace referencia sobre la comunicación hoy en día en Internet.

Autocomunicación de masas. Yo disfruto de un extraordinario privilegio. Tengo la posibilidad de dirigirme a usted desde un diario de prestigio. Pienso, luego publico. Mientras que a usted sólo le queda el recurso de pasar la página para no soportar mis monsergas. La comunicación de masas, la que llega al conjunto de la sociedad, se caracteriza por ser un flujo unidireccional. Y, además, controlado por las organizaciones, públicas o privadas, reguladas como medios de comunicación. En esa comunicación regulada y controlada, aun con respeto a la libertad de expresión, reside el fundamento del poder político y de la percepción colectiva. La comunicación de masas es el espacio en donde se difunden los valores y creencias a partir de los cuales vivimos. Esa comunicación está reservada a los profesionales de la comunicación y a los diversos emisores de información y de opinión a quienes se concede acceso. Y todo esto no se refiere sólo a la prensa, sino a la televisión, a la radio, al cine, a la música y a toda expresión pública de la siempre inquieta mente humana.

Ese mundo unidireccional de comunicación de masas está siendo puesto en cuestión por el desarrollo simultáneo de una cultura de la libertad individual y de las tecnologías de comunicación digital. Así, mientras los grandes grupos de comunicación españoles se pelean a muerte en estos momentos por las licencias de los últimos canales analógicos de televisión antes del paso total a la televisión digital en el 2010, no se aperciben que tiembla bajo sus pies el suelo en el que estuvieron asentados desde que existen: el reparto entre unas pocas empresas del control de una comunicación unidireccional. La gente se está montando sus propios sistemas de información y de comunicación y en ese proceso se van generando nuevas formas de relación mediática y nuevas oportunidades empresariales. Veamos cómo.
Empecemos por los blogs. Como es sabido, son publicaciones personales que cada uno puede hacer en internet, instalando el weblog en menos de media hora, mediante un sencillo sistema proporcionado gratis o a muy bajo costo por alguno de los servicios que existen en la red (Blogger, por ejemplo). No hay control de contenidos, naturalmente, aparte de los límites legales a la libertad de expresión. ¿Su audiencia? Entre uno (el autor) y 800 millones (los usuarios de internet en el mundo). En España los internautas son un 35% de la población, pero más del 70% entre los menores de 30 años. En Estados Unidos hay nueve millones de blogs y se crean 40.000 diariamente. En Francia, hay dos millones de blogs.En España, aunque no hay datos fiables, ocurre algo parecido, naturalmente entre los jóvenes. Los blogs nacen y mueren a gran velocidad. Hay de todo tipo. La mayoría, expresiones personales de vivencia cotidiana. Pero también los hay informativos, políticos, ideológicos, sexuales, profesionales, domésticos, perversos, literarios, religiosos y, cada vez más, comerciales, puesto que las empresas de publicidad se han dado cuenta del potencial comunicativo de personalización contenido en los blogs.Los blogs, además, se vinculan entre ellos o con sitios de internet que les parecen interesantes a sus autores. Cada blog es una entrada al universo de la red a partir de la experiencia de quién lo publica.
Algo así pasa con el nuevo fenómeno que se extiende por el mundo: el podcast (derivado de iPod). Mediante suscripción a webs que distribuyen programas de radio, se pueden recibir en el ordenador ficheros de audio que pueden distribuirse a través de iPod y otros equivalentes. Además, es posible grabar su propio programa de radio, o una mezcla original de distintas fuentes, hacer un archivo MP3 y difundir el resultado en la red, con la ayuda de instrucciones disponibles en la red, por ejemplo en ipodder.org. El resultado es una miriada de programas musicales y de radio autogenerados y que, frecuentemente, como los bloggers,se vinculan entre ellos. Es una práctica iniciada hace menos de un año, que hoy día cuenta con miles de programas y con casi un millón de ficheros. Muy poco en comparación con el intercambio de ficheros musicales que se practica por millones entre ordenadores, utilizando programas de peer-to-peer como Kazaa o Morfeus, pero significativo porque no sólo se comparte lo que se baja de la red, sino que se crean contenidos para compartirlos. El siguiente paso, aún embrionario, es la producción de contenido visual mediante la producción, mezcla y manipulación de DVD. Con el desarrollo de la banda ancha, tecnologías como Real Networks permiten difundir en internet vídeo de calidad DVD a 1,5 MBPs.
Al tiempo que se autonomiza la producción mediática, se individualiza el consumo de los medios de comunicación. Lo más importante es la rápida difusión del vídeo digital, internacionalmente conocido como TiVo, por la marca pionera que lo popularizó. Uno de sus equivalentes en España se llama In/Out (cuesta unos 300 euros). Se trata de un ordenador que permite grabar programas en un archivo digital de gran capacidad para su visión en tiempo escogido y con posibilidad de editar su contenido. En algunos modelos se puede eliminar la publicidad en el momento de la visión, lo que hace el 70% de los usuarios. El vídeo digital está ya en 7% de los hogares de Estados Unidos e Inglaterra y la proyección al 2010 es que superará el 30% de los hogares, siendo su difusión mucho mayor en los hogares de nivel alto, los más apetitosos para la publicidad. Puesto que la publicidad es la principal fuente de financiación de la televisión, el modelo de negocio de la industria televisiva en Estados Unidos ya está cambiando, en previsión del momento en que pierda buena parte de su capacidad de soporte publicitario. Tanto más cuanto que la televisión en abierto sufre la competencia creciente de la televisión de pago por visión. Lo que era una simple posibilidad tecnológica y comercial hace unos años, ahora ya es una realidad: el pago por visión de un amplio catálogo de vídeo a la demanda, controlado por ordenador y recibido por internet de banda ancha (algo que en España ya funciona en un servicio de Telefónica). Aún falta la generalización de la banda ancha, pero teniendo en cuenta su rápida progresión, a muy corto plazo puede asegurarse que la IPTV (televisión controlada por internet) constituirá una parte esencial del mercado audiovisual. Un sistema IPTV (por ejemplo el Media Center desarrollado por Intel yMicrosoft) combina un ordenador, un vídeo digital y un servidor en un mismo aparato, de forma que cualquier fichero audiovisual puede ser solicitado, facturado y distribuido (inclusivepor comunicación móvil) a cualquier aparato de recepción en la casa o en cualquier lugar. La generalización de IPTV podría ser el fin de la televisión abierta y de su modelo de negocio. A ello se añade la creciente capacidad de productores y creadores para utilizar el satélite para la emisión directa por suscripción de programas de radio, musicales y de televisión, desintermediando los medios de comunicación actuales.
La individualización del consumo de comunicación también se expresa en la competencia creciente de internet tanto a la prensa como a la televisión. Las encuestas en todos los países (incluida la de nuestro Projecte Internet Catalunya) muestran que los jóvenes disminuyen su consumod e televisión y de prensa impresa en favor de internet. Utilizan internet, entre otras cosas, para informarse y para difundir la información que les interesa entre sus redes afines. Lo cual no implica el fin de los periódicos, porque lo esencial en un universo infinito de información es la credibilidad de la fuente. Pero la lectura de periódicos se hace cada vez más por internet. Y se prefieren naturalmente medios de comunicación por los que no hay que pagar, aunque haya que registrarse. De ahí la idea de financiar la comunicación por publicidad en internet. Una idea difícil de poner en práctica. Porque internet es un medio interactivo de comunicación y la publicidad intrusiva provoca rechazo. La publicidad en internet es esencial hoy día, pero de forma indirecta: los consumidores cada vez más consultan en internet y comparan precios y calidades antes de comprar. Pero luego suelen comprar presencialmente, por la percepción de inseguridad de la red y por motivos psicológicos. Por tanto, la oferta comercial tiene que estar en la red, pero se encuentra por buscador o por publicidades enfocadas a ciertas audiencias, más que por publicidad genérica que se impone al internauta. Aquí tambien, el modelo de negocio mediático tiene que cambiar, porque la forma de la publicidad cambia con el medio internet.
Éste es el mundo de comunicación en el que estamos entrando de la mano de los jóvenes que prefiguran el futuro en su práctica. Para bien o para mal, según quién opine. Un mundo en que igual le tendré que leer yo a usted que usted a mí. Amenos que nos leamos sólo a nosotros mismos, en una especie de autismo digital generalizado.

viernes, 13 de abril de 2007

Racismo

EN TORNO AL SIGNO Y A LOS DOMINIOS DE VALIDEZ NORMATIVA,
Liliana María Naveira
Universidad Nacional de Mar del Plata


Numerosas son las reflexiones que suscita la lengua como objeto de estudio, así como los intentos por delimitar la naturaleza del lenguaje. Por otra parte, en lo que respecta al signo, pueden estudiarse tanto los criterios que le otorgan validez a una palabra determinada, como los parámetros que analizan los alcances de un enunciado, entendido este como una emisión significativa que, más allá de estar formada por signos individuales, conforma un todo que cobra significación en relación a un referente o realidad.
Atendiendo a lo antedicho, el objetivo de este trabajo es revisar, primeramente, los alcances de la circunscripción del concepto “signo” y, en segundo término, establecer una relación con los dominios de validez normativa propuestos por el pensador argentino Juan Samaja, aplicándolos a conceptos con los que trabaja la Antropología: etnia y raza.
Si nos atenemos a las reflexiones que suscita la lengua como objeto de estudio, podemos citar, en principio, por ejemplo, a Edward Salir, quien caracterizaba a la comunicación como el aspecto dinámico de la sociedad humana. “No existe –decía- sociedad, sin una red, intrincada en extremo, de comprensiones parciales o totales que se establecen entre los miembros de unidades organizadas de cualquier tamaño o complejidad” (Cit. Blecua et.al. (1973, p.9). El interés por desentrañar sus particularidades obedece, en parte, a su carácter de conducta social por excelencia, dado que

“...el lenguaje es el único tipo de conducta social cuya función primaria es la comunicación. Cualquier otro fragmento de acción social tiene sin duda una cualidad del mensaje, pero esta cualidad acompaña a funciones primarias que no se agotan en la función de significar : subsistencia, control, aprendizaje, esparcimiento, descanso y muchas otras. La conducta lingüística, en cambio, es primariamente comunicación, y es a través de esta función como puede cumplir otras, como por ejemplo, crear un mundo a base de lenguaje, y relacionar significación e interacción social.” (Verón, 1984, p.11)

Tal como leemos, también en Benveniste (1973) : “Si enunciamos que sin lenguaje no existiría posibilidad de sociedad ni de humanidad, es porque lo más característico del lenguaje es, fundamentalmente, significar.” (Cursivas del autor)
En la civilización occidental, es temprana esta reflexión filosófica sobre el lenguaje, y es Aristóteles, sin duda, el primer pensador que sistematiza una teoría del conocimiento basada en la palabra como vehículo de acceso al mundo. La obra de Aristóteles sobre la Lógica, principalmente, lo llevó a analizar la estructura del lenguaje, a distinguir el conocimiento de los significados de las palabras y el de los juicios formulados con ellas, y a establecer diez categorías de palabras según su significado particular: sustancia, calidad, cantidad, relación, lugar, tiempo, posición, estado, acción, pasión.
Con el correr del tiempo, el interés que presenta el hombre por la especulación y reflexión sobre sí mismo y sobre la naturaleza, desemboca en criterios rigurosos que posibilitan la constitución del estudio sistemático del lenguaje. Surgirá, entonces, a principios del siglo XX, y de la mano de Ferdinand de Saussure, el estudio del lenguaje como una disciplina autónoma, la Lingüística. Es hoy en día famoso el alcance del Curso de lingüística general, y la concepción aparentemente diádica de signo (significante - significado)[1]. Saussure inaugura los estudios sobre la ciencia de los signos (Semiología), delimitando la noción de signo, definición a todas luces crucial, ya que, la expresión primera de Saussure que da origen a la relación de significante y significado: “Lo que el signo une no es una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica”, equivale a decir que toda relación sígnica es mediada: algo que se pone en lugar de otra cosa, en algún aspecto manifestación suya.
Pero, a su vez, los estudios del signo, transcurridos los años cincuenta, comienzan a aplicarse a las ciencias humanas, con el propósito de decodificar mejor los mensajes presentes en los contextos científico-culturales. Esta incorporación de los procesos de significación que acompañan a las primeras investigaciones de corte meramente sintagmático, y constituyen procesos de codificación semántica, no tardan en englobarse bajo la denominación de “Semiología o Semiótica”.
Según Samaja – Ynoub, (2004), estudiosos argentinos de la Semiótica y de su aplicación en la investigación de la subjetividad, es posible asignar al signo una concepción dialéctica. Así, siguiendo a Peirce (1987) enuncian que el signo se relaciona consigo mismo, con su objeto (lo denotativo) y con el interpretante, que es quien introduce la variable del sentido. Lo importante aquí, es establecer que en toda comunicación existe una fuerte relación entre signo, representación, interpretante y contexto, lo cual incluye a los anteriores como términos asociados de la Semiótica. Podríamos, entonces, decir que el signo motiva en un intérprete la disposición de reaccionar en una determinada forma o interpretante, con respecto a determinado tipo de objeto, lo que constituye una significación, bajo ciertas condiciones o contextos.
En función de dicha interpretación, Samaja – Ynoub expresan entonces que, al agregar el elemento contexto, se incorpora, a la concepción de la naturaleza de la lengua como puramente psíquica, un criterio científico cuyo objetivo sería contextualizar el signo en función de aquellos elementos que lo rodean y, en definitiva, le proveen significado. Por tanto, puede decirse que, según el objetivo básico de operar para desentrañar los mecanismos del análisis del discurso, se multiplican, a base del concepto peirciano de signo, los estudios sobre cualquier emisión significativa que tenga carácter de totalidad.
Michael Halliday (1978), agrega a los conceptos anteriores uno más: concibe al lenguaje como una semiótica social, y dice:



“... el sistema lingüístico se organiza de tal manera que el contexto social sirve para predecir el texto; eso es lo que hace posible que cualquier miembro haga las predicciones necesarias respecto de los significados que se intercambian en cualquier situación que encuentra. Si llegamos a una reunión, podemos sintonizarla rápidamente porque captamos el campo, el tenor y el modo de la situación. (...) De ese modo sabemos qué configuraciones semánticas –qué registros- se necesitarán para que nosotros participemos. (…) Logramos intercambiar significados porque tenemos acceso a la estructura semiótica de la situación a partir de otras fuentes”. (p.245)


Según la afirmación precedente, existirían niveles mayores al signo, que proveen significado a lo dicho en función de un contexto. Y todavía más: existe igualmente para el lingüista otro nivel mayor del que el texto es producto y al que a su vez apela para referirlo, modificarlo, corroborarlo. Son las estructuras semiótico-culturales, que contienen y dan origen a toda propuesta para el análisis textual. Al tiempo que se realiza en los niveles inferiores del sistema, un texto también es la realización de estructuras semióticas de nivel superior con sus propios modos de interpretación: el literario, el sociológico, el psicoanalítico y así sucesivamente. En su significado más general, un texto es un suceso sociológico, un encuentro semiótico mediante el cual se intercambian los significados que constituyen el sistema social. El miembro individual, por ser miembro, es un ‘significador’, alguien que significa. Mediante sus actos de significación, y los de otros significadores individuales, la realidad social se crea, se mantiene en un orden adecuado y se conforma y modifica continuamente. (Cfr. Halliday, 1978, p.182)
Por lo tanto, una primera dificultad, a la hora de la asignación de valores a los signos, viene dada por la necesidad de asignar papeles y valores al contexto. Si la investigación científica depende fuertemente de la función de autorregulación de la vida social (contexto), y aun del proceso entre el científico y sus creencias (interpretante), debemos concluir que quien interpreta, al asignar valores, semas, como unidades mínimas de sentido por oposición con otros semas dentro de un eje semántico o categoría sémica, está también fuertemente influido o regulado por su medio cultural, dado que, al incluir a determinados miembros de una categoría según determinados valores, -como concluye acertadamente Samaja- pone en movimiento sus representaciones y conceptos, y los confronta de manera crítica con las representaciones y conceptos imperantes en la sociedad.
Veamos esta problema desde una afirmación de Samaja – Ynoub. Los autores proponen que, si a la afirmación:

“Sócrates es ateniense”,
alguien creyera poder contradecir, afirmando:

“No es cierto; Sócrates es gordo”,

Todos acordarían fácilmente en que son afirmaciones que refieren a distintos fundamentos (distintos aspectos): La primera, se refiere a Sócrates en tanto ciudadano de estado – polis; la segunda, a Sócrates en tanto sujeto corporal. (Cursivas de los autores).
Discriminar estos contextos, entonces, proveer significatividad a los enunciados de un sujeto, establecer relaciones entre valores o atributos, variables cualitativas o cuantitativas, analizar los pormenores de la representación y de los procesos de transformación en que participamos los sujetos; y, en fin, establecer dominios de validez normativa en las relaciones (mediadas) de imputación, es tarea de la Semiótica.
Establecidos estos parámetros, podemos ahora intentar aplicar los conceptos anteriores a un determinado contexto o ámbito, y para ello, nos ocuparemos de un tema que atañe al estudio en Ciencias Sociales. Nos interesa, puntualmente, reflexionar sobre ciertas formas de interpretación referidas a dos conceptos con los que se maneja la Antropología, los cuales, a nuestro entender, pueden ser clarificados si se aplican los mecanismos de interpretación del signo. Nos referimos a la concepción de racismo y etnocentrismo, y a las frases que, con frecuencia, se utilizan dando cuenta de los sujetos implicados bajo un dominio u otro.
Para terciar en dicha cuestión, se hace necesario comenzar la exégesis incorporando los conceptos que constituyen el campo de este dominio de validez normativa, es decir que debemos referirnos a qué se entiende por cultura, etnia y raza. Perrot y Preiswerk ( ) definen cultura como:


“... el conjunto de los valores, comportamientos e instituciones de un grupo humano, conjunto que es aprendido y transmitido socialmente. Abarca todas las creaciones del hombre: las cosmogonías, los modos de pensamiento, (...) los sistemas de valores, la religión, las costumbres, los símbolos, los mitos, pero también sus obras materiales: la tecnología, los modos de producción (...); además, las instituciones sociales y las reglas morales y jurídicas. (...)El concepto totalizante de la cultura no tiene más que un valor descriptivo. No explica nada en sí mismo, ni la actividad del hombre, ni su especificidad en relación con otros seres vivientes. Permite, sin embargo, describir la forma en que diferentes sociedades humanas adhieren a valores, se dan instituciones y se comportan según principios diferentes”. (p. 1 y 2 de apuntes de Cátedra)


Los autores agregan a la definición citada su apreciación respecto de las formas de asociar conceptos determinados a la palabra cultura, y advierten que, cuando se señala la necesidad que hay de examinar un fenómeno en su totalidad, no se niega la utilidad de distinciones conceptuales ya existentes. En otras circunstancias será desde luego necesario distinguir la interacción social (con los valores, reglas y signos que la rigen) de la interacción hombre – naturaleza (con las técnicas, los productos artificiales, etc.).
La distinción es importante por cuanto, según entendemos, los conceptos de etnocentrismo y racismo se ven afectados, dados los contextos situacionales y aun los sintagmáticos en los cuales se vierten determinados atributos, por un fuerte influjo de los alcances del signo, a la hora de interpretar el sentido de las frases que afectan a ambos conceptos, así como de asignar roles a los sujetos implicados en la enunciación. Por lo tanto, creemos necesario revisar someramente, aquí, ambas definiciones. Entendemos, siguiendo a Perrot – Preiswerk, que una etnia, es un:

“...grupo social que se diferencia de otros grupos por rasgos culturales específicos, y no sólo en algunos detalles (alimentación, vestimenta), sino también un conjunto de opciones fundamentales (cosmogonía, sistema de valores, organización política).
(...) Por tanto, el término abarca en su definición la transmisión social de la cultura, y entiende que los rasgos culturales son productos de la herencia social. En cambio, la transmisión biológica de la raza implica rasgos físicos, transmitidos genéticamente por herencia.”(p.3-4)


Estaríamos una vez más aquí ante el problema del valor asignado a cada sema, a la hora de atribuir caracteres. Sumado al hecho de que, en ocasiones, las atribuciones “cuentan o miden”, clasifican rasgos según fórmulas aparentemente isomórficas,[2] pero pertenecientes a diferentes fundamentos, o dominios de validez normativa.
¿Qué es lo que entendemos por dominios de validez normativa? Samaja propone interpretar los contextos desde los cuales los enunciados adquieren valor según un modelo de pirámide, en el que cada uno de los “escalones” sea una forma de vida o comunidad, o dominio de validez normativa. En Macrosemiótica, habría dos grandes modos de función semiótica: un mundo natural, y un lenguaje natural. El mundo natural tiene dos subniveles: un mundo biótico y otro de las sociedades vivientes. Según una escala filogenética, cada una de estas comunidades define un dominio semiótico específico, propio, un modo de funcionamiento semiótico que le es propio.
Los dominios son cinco:
- Un dominio biótico, que corresponde al mundo sensorial, más básico, con un campo semántico de atracción y rechazo: sensorial.
- Un dominio de las sociedades vivientes, que es corporal (mimético). En este dominio de las sociedades vivientes, el vínculo con el otro es el que da sentido a las comunidades vivientes: función regulativa o normativa. Comunidades que deben integrar sus conductas (estructuras etiológicas, comportamientos).
- Un dominio de las comunidades culturales (primarias). Su modo de funcionamiento es lingüístico (mítico narrativo). Aparecen aquí vínculos representacionales en las sociedades culturales (humanas): lenguaje simbólico, articulado (comunidad primaria de vínculos de dependencia con el otro, donde la función de cada uno depende de la totalidad, y donde aparecen asuntos relevantes como parentesco, religión o, lo que sería lo mismo, narrativa). Aquí ya no hay una función corporal, somática, sino simbólica. Esto es sin duda del orden semiótico.
- El dominio de la sociedad política (secundaria). Su modo de funcionamiento es lo escritural, los registros. Cuando vida, sociedad y cultura se desarrollan lo suficiente, pasamos, de los vínculos primarios, de la vida comunitaria en que habitamos narrativas más míticas, a la sociedad política, la sociedad de los estados. Semánticamente, aparecen más formas de valores e ideales, un imago de representaciones que sostienen valores.
- El mundo de la sociedad civil. Su modo de funcionamiento son los códigos específicos restringidos. La Filosofía es parte de la sociedad política, del estado. La nueva sociedad civil trae como materialidad significante los códigos particulares.
Según este modelo, a partir del dominio de las sociedades vivientes, determinadas conductas o comportamientos ya formarían parte del sistema de rasgos de los que pueden ser pasibles los seres humanos, y pueden por tanto ser verbalizables a base de lenguaje. Y en referencia a los conceptos de etnia y raza, los cuales formarían parte de diferentes dominios de validez normativa, los enunciados de una y otra podrían, al ser interpretados, prestarse a confusión, dada su cercanía en la asignación de valores, así como a la inclusión de las intenciones del emisor, a la hora de componer una proposición dada. La causa de esto debe inspeccionarse en las afirmaciones del texto citado sobre etnocentrismo. En efecto, Perrot y Preiswerk definen algunas formas proposicionales como posibles, a la hora de establecer atributos referidos a etnia y/o raza:

· Es dificultoso separar claramente los conocimientos científicos sobre la herencia en general, de los conocimientos sociales (creencias populares, estereotipos, etc.) sobre la transmisión de las características raciales.
· Los individuos en la sociedad frecuentemente seleccionan la información que corresponde a sus necesidades afectivas.
· El etnocentrismo puede ser observado en niveles y en grados diversos:
· La etnia se dedica elogios y recurre a un lenguaje despectivo en su descripción de otros grupos.
· El etnocentrismo subyace en una declaración de apariencia inocente, pero que encubre implícitamente un razonamiento elogioso para el en – grupo y desfavorable a los grupos de afuera.
· El etnocentrismo se concreta en una presentación aparentemente elogiosa del grupo de afuera.
· El racismo, que en el sentido más estricto del término, consiste en atribuir a la herencia biológica las particularidades culturales de un grupo que tiene una apariencia física muy distinta, en sus manifestaciones concretas, hace intervenir siempre el aspecto físico.
· El racista confunde elementos culturales y morfológicos, o rechaza al otro en tanto que racialmente diferente, ignorando si es portador de rasgos culturales que él desaprueba.
· El racista interpreta (subjetivamente) por la herencia e identifica (con mucha frecuencia) por el color. Cfr. Perrot-Preiswerk, Ed. Cit., p.6 passim 11-12)


¿Cómo podemos aplicar estos conceptos a los enunciados anteriores respecto del signo? Como se recordará, Samaja – Ynoub comentaban arriba que Peirce define el signo o representamen como algo que representa algo para alguien en algún aspecto o carácter.
En nuestro caso, estamos operando básicamente con dos signos: raza y etnia. Pero también el signo se dirige a alguien, es decir, crea en la mente de esa persona un signo equivalente o, quizás aún, más desarrollado. A este signo creado, que Peirce llama el Interpretante del primer signo, y que representa este Objeto no en todos sus aspectos, pero con referencia a una idea (Fundamento) debemos hacer referencia como el dominio al que ese signo se refiere.

Así, por ejemplo, decir:

1) Los negros son de nariz ancha, o
2) Los negros son de cabello enrulado;[3]

No serían del mismo dominio de validez normativa (fundamento) que indicar:

3) Los negros son buenos bailarines, o
4) Los negros son muy religiosos;

Dado que, en el primer grupo de enunciados (1 y 2), estaríamos en presencia de un dominio de validez normativa para la atribución de características raciales, mientras que en el segundo grupo (3 y 4) nos encontraríamos con atribuciones que corresponden a caracteres étnicos (implicados los conceptos de cultura, religión, etc.)
Pero el problema se suscita cuando existe, bajo la misma apariencia sintagmática, una frase referida a un grupo (en este caso “los negros”), pasible de una atribución que, lejos de parecer inocente, connota semas en los cuales subyace un elemento que va en detrimento de los sujetos del grupo y, por lo tanto, la frase o atribución ya no sería una afirmación sobre caracteres raciales o etnias, sino que se conforma como racismo. Estaríamos entonces frente a un caso de atribución de semas, en los cuales se incluyen algunos problemas para conformar el interpretante: un problema del sujeto, de las relaciones entre lo que se dice y lo que se quiere decir, de las fórmulas empleadas con semejanza sintagmática pero con diferente connotación,[4] y de diferente fundamento o dominio: estamos en presencia de un proceso de signos en relación (semiosis).
Por ejemplo, si alguien enuncia:

5) Los negros son buenos bailarines;

la frase no constituye una afirmación racista, a pesar de que sí se trata de incorporar al signo “negros”, de origen racial, una característica cultural “buenos bailarines”. Y esto sucede cada vez que un grupo reconoce en otro la superioridad en relación a un rasgo que es positivamente valorizado en él. El enunciado no constituiría racismo sólo por la valoración positiva del otro no perteneciente al grupo, y para que dicha frase se mantenga dentro de esos parámetros de significación, el sujeto de la enunciación debe tener intención de significar algo elogioso en la atribución. El problema se plantea cuando uno de los miembros sintagmáticos de la frase isomórfica, el atributo, es una indicación valorativa negativa hacia el de afuera del grupo.
Si, por ejemplo, se enuncia:

6) Los negros son tramposos; o
7) Los negros son sucios;

al aparecer la connotación negativa, salta a la vista el racismo.

El lenguaje posee, además, otras formas de constituir, a base de imputación, una denigración con apariencia de atribución valorativa. Podemos, por ejemplo, decir:

8) Los negros son hábiles para los negocios;

lo que no constituye de por sí una valoración negativa o positiva, y sólo se proveerá de sentido a base del contexto. Si la intención es decir. “Los negros suelen hacer buenos negocios”, no sería igual que enunciar: “Los negros hacen buenos negocios para sí mismos, y perjudican a los demás”. Por otra parte, la frase en sí constituiría un ejemplo claro de racismo, puesto que no hay nada racional dentro del dominio de raza, como para atribuir genéticamente a la herencia la característica de habilidad para los negocios, que puede estar presente en otros grupos.
Algunos otros ejemplos extraídos del habla cotidiana, también incluyen la relación “blancos” – “negros” con connotación contextual positiva para el primer término y negativa para el segundo:
Lo compró en el mercado negro.
Lo consiguió por izquierda. Es un trabajo en negro.
No blanqueó la relación.
Era de un rubio angelical.
Acá debe haber una mano negra.
Por supuesto, las posibilidades de constitución del universo de significaciones respecto de estos signos no terminan aquí. Otros pormenores referidos también a la forma de los enunciados isomórficos deberían ser revisados; y en estas notas apuntamos que, en los ejemplos citados, dejamos de lado, además, otros elementos que pueden incidir en el proceso de semiosis, como podrían ser los modalizadores o reforzadores de la enunciación (“sin duda”, “todos”, “siempre”, etc.). Nuestra intención básica, al comentar los enunciados anteriores, fue indicar cómo, con un universo relativamente restringido de semas, puede establecerse claramente la aplicación de los principios peircianos. Recordemos que el autor decía que los signos, en el proceso de enunciación, motivan en un intérprete la disposición a reaccionar de forma determinada (interpretante), con respecto a determinado tipo de objeto, lo que constituye una significación, bajo ciertas condiciones o contextos.
A través de este esbozo de interpretación semiótica de los enunciados de una rama de las Ciencias Sociales, la Antropología, pueden corroborarse tanto la poderosa incidencia de la semántica en la conducta sintáctica de las unidades léxicas, como los múltiples modos de significar o constituir un interpretante a base de una intención comunicativa y un contexto. Se constituye, así, una semiosis.
Por lo tanto, para concluir a nuestra reflexión en torno al signo, creemos estar en condiciones de esbozar las siguientes consideraciones finales:

· La palabra es un vehículo de acceso al mundo.
· El lenguaje sirve para relacionar significación e interacción social.
· Deben distinguirse (Aristóteles), el conocimiento de los significados de las palabras y el de los juicios formulados con ellas.
· Las palabras pueden ser categorizadas según su significado particular (sustancia, calidad, cantidad, relación, lugar, tiempo, posición, estado, acción, pasión).
· Toda relación sígnica es mediada: (Saussure) algo que se pone en lugar de otra cosa, en algún aspecto manifestación suya.
· La función de signo (Peirce) se describe así: el primer término, al estar relacionado con el segundo y el tercero, puede transformarse en mediador que enlaza a los otros dos términos.
· El signo se relaciona consigo mismo, con su objeto (lo denotativo) y con el intérprete, que es quien introduce la variable del sentido.
· El signo motiva en un intérprete la disposición de reaccionar en una determinada forma o interpretante, con respecto a determinado tipo de objeto, lo que constituye una significación, bajo ciertas condiciones o contextos.
· Pueden establecerse criterios para que los enunciados sean considerados verdaderos.
· Puede suceder que una proposición contenga una palabra de la cual erróneamente se ha supuesto que tiene un significado; o que las palabras tengan un significado, pero estén dispuestas de un modo determinado, de suerte que no lleguen a formar un sentido completo.
· Los núcleos semánticos y proposiciones se relacionan hasta conformar una red significativa, cuya dificultad de decodificación suele estar determinada tanto por el tipo de texto a procesar, como por las intenciones del emisor y/o la predisposición del interpretante a la hora de proveer significado al enunciado.
· Para comprender una oración, no sólo es necesario entender los significados de las palabras individuales, sino también las relaciones existentes entre ellas (contexto sintagmático y paradigmático, incorporación de lo semántico y lo textual,) y las relaciones con el contexto.
· Una dificultad, a la hora de la asignación de valores, semas, o unidades mínimas de sentido, viene dada por la necesidad de asignar papeles y valores al contexto.
· Los parámetros desde los cuales puede contextualizarse un texto, en tanto referible a un contexto, pueden ser diseñados estableciendo dominios de validez normativa (biótico, de las sociedades vivientes, de las comunidades culturales, de la sociedad política, de la sociedad civil).
· A partir del dominio de las sociedades vivientes, determinadas conductas o comportamientos ya formarían parte del sistema de rasgos de los que pueden ser pasibles de atribución los seres humanos, y pueden ya ser verbalizables a base de lenguaje.
· A la hora de contextualizar, o de conformar un interpretante, el lenguaje puede ocasionar problemas de índole sintagmática, paradigmática, de atribución, de connotación (problemas del sujeto, de las relaciones entre lo que se dice y lo que se quiere decir), y de entrecruzamiento de diferentes fundamentos o dominios.
· Al agregar el contexto, se incorpora, (Samaja – Ynoub) a la concepción de la naturaleza de la lengua como puramente psíquica, un criterio científico cuyo objetivo sería contextualizar el signo en función de aquellos elementos que lo rodean y, en definitiva, le proveen significado, (lo cual no es otra cosa que operar a base de Semiótica).
· Logramos intercambiar significados porque tenemos acceso a la estructura semiótica de la situación a partir de otras fuentes (Halliday): las estructuras semiótico culturales, con sus propios modos de interpretación.
· Todo texto es, entonces, un suceso sociológico, un encuentro semiótico mediante el cual se intercambian los significados que constituyen el sistema social, es decir, la red de significaciones que denominamos cultura.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
AYER, A. (1974) “El positivismo lógico” en: AYER, KEAL et.al. La revolución en filosofía. Madrid: Revista de Occidente.
BAR, Aníbal, R, (2006)“Un Aporte a la Discusión sobre el Status Metodológico de las Variables y Escalas de Medición”, en
www.csociales.uchile.cl/investigacion/investigacion.html. Maestría en Epistemología y Metodología de la Investigación. Facultad de Humanidades. Universidad Nacional del Nordeste 3500 Resistencia (Chaco) República Argentina.

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[1] Para una revisión de la concepción diádica o triádica en Saussure, véase SAMAJA, J. Apuntes de cátedra de Semiótica, UBA.
[2] Entendemos, en este caso, isomorfismo, desde el punto de vista de construcción sintagmática, tal como los modelos de Chomsky o Katz y Fodor intentaban analizar, “saltando en apariencia” el componente semántico. Somos conscientes de los alcances filosóficos y antropológicos del isomorfismo u homomorfismo, entendiendo, como utilizaban los griegos, a palabra homoioma, para referirse a algo que era semejante, pero no igual. De aquí que es posible decir, en nuestro contexto, que la correspondencia entre las proposiciones y el dato sensible es de carácter homomórfico.
[3] Al incorporar en el elemento A (sujeto) esta fórmula (“los negros”), no queremos de ningún modo recurrir a conceptos que podrían tacharnos de etnocentristas y, mucho menos, de racistas, y bien podríamos haber dicho “los caucásicos”, o “los sudamericanos”, etc. Pero elegimos ésta por ser ejemplo frecuente utilizado en nuestras clases universitarias.
[4] Estaríamos en presencia, en este caso, de lo que Katz y Fodor denominan frases ambiguas, con una misma frase sintagmática de atribución: Sujeto + verbo atributivo + atributo, pero distinto dominio al que aluden o fundamento. También podríamos indicar que se trata de un tipo de isomorfismo sintáctico, pero que remite a un isomorfismo paradigmático.